#02 ˘Servir, ¿es gratis?
Para servir, tienes que hacerte a un lado. Si tu ego busca prestigio y servir para ser servido, ahí no es.
¿Prefieres escucharme en lugar de leer? Entonces dale 👆 al PLAY :)
Queridas y queridos valientes:
Esta fue una semana emocionalmente muy movida. Para empezar, tremendamente ilusionado con la publicación N01 de esta newsletter, que fue bellamente acogida con vuestros mensajes de apoyo, con las enhorabuenas y viendo como florecían nuevas suscripciones. Como decía mi gran amigo Salvador Valdés, el 4 de septiembre fue un día para guardar.
Pero también fue una lucha de gigantes… Y es que la vida, no se puede comprar por partes, qué mas quisiera yo. La vida se pide para llevar, y te la dan entera. Con sus luces y también con sus sombras. Como la de un mensaje, tan inesperado como inoportuno, que me llegó al final de la semana, y que me sumió en la debacle de mis eternas dudas.
Me he suscrito a tu newsletter, a ver qué basura cuentas ahí 🤣
(emoji incluido)…
Mi mamá me enseñó, con su sabiduría metafísica, que a esto se le llama la voz del error, o mente mortal. La voz de la consciencia dormida.
Un duelo salvaje que advierte, lo cerca que andamos de entrar, en un mundo descomunal…
Mi mamá sabía guiarme con preguntas reflexivas: —Dary, ¿quién está hablando?— La mente mortal, mamá. Seguido de una advertencia: —jamás personalices al error— Y añadía trucos infantiles que a los niños nos van de maravilla: —imagínatelos de recién nacidos. ¿Ves alguna pizca de maldad en sus corazones? Yo jamás dudaba en mi respuesta: —No, mamá. Ellos son buenos.—
Menudo desafío tenía por delante. Intentar retomar mi poder y recobrar la claridad que había ganado en los últimos meses, y ver cómo reconducía todo esto para no caer en barrena, tirando de mi arsenal de manías autodestructivas.
Vaya pesadilla, corriendo, con una bestia detrás…
Llegados a este punto, tal como aprendí en uno de mis talleres de teatro Gestalt, tenía dos opciones, elegir entre el camino conocido (atragantarme con la rabia, decirme que no tengo lo que se necesita) o explorar un camino desconocido (legitimar mi dolor y mi herida) y comunicar con asertividad cómo me sentí, acompañándome de este mantra:
Estuvo mal, me importó y te libero.
Estuvo mal, me importó y te libero…
Esta fue mi estrategia para ponerme al servicio, primero de mi mismo, para dejar de sembrar un huerto de enemigos. Y luego, para ponerme al servicio de una sociedad que necesita urgentemente frenar esta cultura del lenguaje pasivo-agresivo, de la broma sarcástica, de la amarga ironía que humilla al otro, y que jamás suma a la cuenta del amor.
Deja de engañar, no quieras ocultar, que has pasado sin tropezar, monstruo de papel…
Desde esta consciencia más elevada, busqué en la belleza del mundo, un ejemplo que le demuestre a la mentalidad agresora que hay otras maneras de caminar por el mundo sin hacernos daño. Y lo encontré en la poesía.
Sir Ken Robinson ✝︎ (1950-2020), uno de mis grandes mentores y uno de los grandes revolucionarios de la educación moderna, compartió con la audiencia un poema del dramaturgo irlandés William Butler Yeats momentos antes de finalizar su conferencia titulada ¡A iniciar la revolución del aprendizaje! Y con ello elaboró una metáfora bellísima sobre la responsabilidad del cuidado.
Yeats, dirigiéndose a su amada Maud Gonne, a la cual creía no poder darle lo que él pensaba que ella merecía, le escribió:
Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
Recamadas con luz dorada y plateada,
Las telas azules y las tenues y las oscuras
De la noche y de la luz y la media luz,
Extendería las telas bajo tus pies:
Pero siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
He extendido mis sueños bajo tus pies;
Pisa suavemente, pues pisas mis sueños.
A continuación, Sir. Ken Robinson añadió:
… y cada día, en todas partes, los niños extienden sus sueños bajo nuestros pies, por ello debemos pisar suavemente.
Y hoy, yo añado:
“En un mundo descomunal, necesitamos sentir nuestra fragilidad. Cada día, no solo niños y niñas, sino también hombres y mujeres de cualquier edad y condición están librando una batalla y transitando por una tormenta de arena, física o emocional, para intentar bordar sus sueños, y hacer de este mundo un lugar mejor. Pisa suavemente, pues pisas sus sueños.”
¡Bienvenidos, y comenzamos!
Lucha de Gigantes, letra, Antonio Vega1
☘️ Hoy en ‘naciste para servir’
la portada #02
Servir, ¿es gratis?
Servir, sin hacer tanto ruido - Vanessa Coppel
el ADN 🧬 de Servir - 15 aprendizajes
agradecimientos
Servir, ¿es gratis?
¿Te puedes imaginar a unas reclusas transformadas en maestras y en voceras de la prevención de la delincuencia y de la violencia? Cuando elevas tu estado de consciencia y pones tu potencial al servicio de las personas, das posibilidad a lo inimaginable. Tanto como para asegurar, que ‘servir, es gratis’. Esto es lo que atestigua esta maravillosa mujer, en este resumen de entrevista2.
Vanessa Coppel es co-fundadora del programa social La VideoAcademia Penitenciaria3. Se trata de un programa de reinserción social y consiste en una escuela online diseñada para mujeres privadas de su libertad por estar cumpliendo un proceso penal. Ofrecen clases semanales vía zoom sobre recuperación emocional, meditación, cocina, ventas o emprendimiento. Consiguen que cada semana se conecten simultáneamente 23 penales de México y ya han conseguido impactar en el 30% de la población femenina.
Estoy seguro que esta entrevista le hará mucha ilusión a mi amiga, Laura Martínez Álvaro4, que es consultora internacional experta en inclusión, diversidad y género.
Servir, sin hacer tanto ruido
¿Cuánto cuesta esto que están haciendo?
Pues no tenemos un número porque llegamos a la conclusión de que servir es gratis. Servir no cuesta. Cuesta cero pesos servir. Y esa premisa de la que hemos hecho un compromiso se ha manifestado todo el tiempo en todas las actividades que hacemos. Nos damos cuenta de que aunque no tuviéramos dinero lo haríamos de todas maneras porque, en realidad el beneficio de servir es para el que sirve.
La cosa más maravillosa que hay es ponerse al servicio del otro. Ayudarlo, acompañarlo, escucharlo y regresarle un poco de lo que él o ella no se da cuenta que es. Y que a través de tus ojos y de una mirada más generosa y más cálida, de pronto se manifiesta como una realidad.
O sea, ¿cuánto cuesta un ser humano?
Pues es que no tiene precio. La vida humana es invaluable y querer tasarla representa una dificultad. Nos vuelve seres ruines. Ponerle precio a la cabeza de alguien… cuánto cuesta salvarlo, cuánto cuesta ayudarlo, cuánto cuesta repararle la vida, cuánto cuesta atender su necesidad, cuánto cuesta su educación.
Si nos enfrascamos en un número nunca llegamos a servir. Se nos van los esfuerzos en tratar de monetizar o contabilizar lo que el servicio va a costar y eso nos aleja de servir.
¿Aventurarse a servir o que el plan sea servir?
La gente nos dice, —es que ustedes se avientan como El Borras5 a hacer las cosas, como que no tienen un plan.— Sí tenemos un plan. Servir. Ese es nuestro plan. ¡Claro que tenemos un plan, y está clarísimo! Y es un plan que ni se desvía ni nos tortura ni nos quita el sueño. Es un plan que se manifiesta en nuestra vida como una realidad constante.
Cuando sirves, nunca fallas
¡Claro que nos aventamos como El Borras! Porque servir nunca tiene una falla. Nunca he visto que servir sea algo que la gente no quiera volver a hacer, una vez que lo intenta.
Es ahí, en las cárceles
De todas las formas que hemos buscado y encontrado de servir, esa es la más eficiente y en la que exponencialmente se dibuja poder servir a más familias. Es en donde la transformación verdadera en entendimiento de empatía y compasión sucede. Y es en donde se erradican los niveles de erosión más rápido. Entonces, chingados, cómo no vas a querer servir ahí.
¿Cómo no te va a dar el máximo entusiasmo6 ver que tienes aulas repletas de alumnas comprometidas queriendo aprender para poder encontrar cómo transformar sus vidas, trascender esa forma en que la sociedad las mira, y cambiar? ¡Es fantástico!
Sus relaciones se rediseñan
Y de pronto se vuelven mejores consejeras para sus hijos, se vuelven una mejor escucha para sus hermanos. Y el factor de erosión, que en muchos casos son sus padres, se rediseña. Ya no culpan a sus padres por su situación personal ni por su infancia ni por lo que les pasó. Ahí se vuelve increíblemente emocionante servir, porque te das cuenta que tú no eres el artificio del servicio ni estás sirviendo para ser servida. No te estás sirviendo tú, sirviendo.
Lo mejor que te puede pasar
Lo mejor que te puede pasar es ser feliz con la felicidad ajena. Eso quiere decir que tu emoción máxima se expresa cuando una humana llega absolutamente derrotada presentándose como una versión suya que no tiene ni patas ni cabeza, que probablemente no tiene remedio. Y de pronto empiezas a ver cómo se empiezan, poco a poco, a empapar de una nueva forma de ver la vida. Cambian su punto de vista y entienden un montón conceptos que a lo mejor no estaban a su disposición en el proceso de llegar al penal. Pero ya que están ahí y que empiezan a masticar este nuevo idioma, se empiezan a volver mujeres más felices. Y esa felicidad, que tú puedes atestiguar, aunque no te beneficie a ti directamente, te hace profundamente feliz.
La máxima de servir
La máxima de servir es ser capaz de ser feliz con la felicidad del otro, aunque el crédito nunca te llegue. Esa es verdaderamente la transformación social. Que tú sirvas en el anonimato, detrás del escenario, en la parte más alejada al espectáculo. ¡No importa! De lo que se trata es que aquello que tu puedas poner de manifiesto en tu entorno sea la verdadera razón por la cual tú te mueves a servir, en lugar de ser servida.
La idea del confinamiento
“Hay personas que tienen una sentencia de 60 años adentro de un penal y hay gente que tiene sentencias de 60 años fuera de un penal, porque las decisiones que ha ido tomando en su vida están de la chingada” - Vanessa Coppel.
Entonces, ¿qué es servir?
Servir, es acompañar en silencio, sin prisas, sin ruido, sin sentirlo y sin hacerlo. Pacientes. Esperando. Para que cuando el otro esté listo, sea capaz de ver con su propia luz. —Vanessa Coppel
El ADN 🧬 de servir - 15 aprendizajes
Aquí tienes los 15 aprendizajes que nos ha dejado esta newsletter. Y estoy convencido que darán para mucho. Déjame en los comentarios, si estás más o menos de acuerdo con alguno de ellos. Si hay alguno que has experimentado o si alguno te provoca miedo, incertidumbre, rechazo o cualquier otra sensación.
Gracias, valientes
A una semana del lanzamiento de la newsletter, las suscripciones se han triplicado 😃 al punto de llegar a los 40 suscriptores y desde el 4 de septiembre la publicación ha recibido más de 270 visitas.


Jordi, Lorena, Víctor, Edith, Jaime, Paulina, Antonio, Marcela, Carmen, Andrés, Mariola… gracias!
🌷
¡Hasta la semana que viene!
En la edición española de Rolling Stone, Antonio Vega reconoció en el 2006, que Lucha de Gigantes “es un recuerdo de la ubicación de las dimensiones del ser humano en un entorno cósmico, de la relatividad entre la grandeza del hombre y su pequeñez en un entorno grandioso e infinito. Un juego relativo entre infinitud y lejanía”. Fuente: La Vanguardia.
Servir, sin hacer tanto ruido - El taller de Vanessa Coppel
Trailer de - La VideoAcademia Penitenciaria
Laura Martínez Álvaro, PhD. - su LinkedIn
En México existe el término popular "aventarse como el Borras o lanzarse como el Borras o hacer las cosas como El Borras; esto proviene del personaje realizado por Guillermo Rivas en Los Beverly de Peralvillo donde interpretaba a un taxista muy imprudente que no medía las consecuencias de sus actos.
Entusiasmo.- Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive. Proviene del griego “entheos ” que significa “estar con Dios”.
Gracias por la vulnerabilidad y transparencia con la que compartes esta entrada.
Como una persona que lucha constantemente con sus 'demonios' incluido el autosabotaje, entiendo perfectamente la vulnerabilidad y el dolor que podemos afrontar cuando a alguien se le hace fácil opinar de manera hiriente sobre nuestros sueños y pasiones. No obstante, por cada persona 'dormida' en esa inconsciencia y falta de empatía, me atrevo a creer que hay por lo menos otra persona afín a ti que decide ciegamente creer y pisar suavemente esos sueños.
Darío, creo en ti: en esa pasión por servir, en tu sensibilidad y empatía hacia el mundo que te rodea. Sin buscar reconocimiento lo tendrás porque el impacto que pueden generar tus palabras sí es capaz de cambiar y transformar de manera positiva a personas que siempre han sentido ese llamado por realmente servir a otros.
Wow! Cuánto amor! Divina esta entrada! 👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼👏🏼